Érase una vez un cuento, que vivía en lo alto de un viejo árbol, en el bosque de los sueños. Pero no era un cuento cualquiera, era: "El padre de todos los cuentos".

Sucedió que, una tarde de duro invierno, un viento muy fuerte comenzó a soplar y soplar... Todo el bosque se movía como enloquecido. El viejo árbol no dejaba de oscilar de un lado a otro. Y sucedió que, en uno de esos bruscos movimientos, nuestro cuento, el padre de todos los cuentos, cayó malherido al suelo.

La alarma se expandió inmediatamente, y todos los personajes de todos los cuentos del mundo acudieron veloces a socorrerle: Blancanieves y los Siete Enanitos, Peter Pan, Dumbo, Pepito Grillo?..Todos, absolutamente todos, se unieron afanosos para tratar de salvarle la vida.

Se prepararon pócimas, ungüentos, brebajes... Todo resultaba inútil. Poco a poco, lentamente, el padre de todos los cuentos, se iba muriendo, y con él, el mundo de los sueños infantiles.

De repente, alguien tuvo una idea: "Examinemos el viento que lo derribó, y sabremos hallar el antídoto, el medicamento para salvarle". Y así se hizo, se recogió una muestra de aquel viento, examinándolo con toda atención. Y todos comprobaron, con asombro, que estaba formado por "falta de amor y comprensión". Rápidamente se ideó una solución: habría que inyectarle al anciano cuento, grandes dosis de ternura y cariño.

Todos se movilizaron, cada uno viajó a una parte de la tierra llevando un mismo mensaje, un ruego: todos los niños del mundo deberían meter en un sobre un gran beso lleno de sus mejores sentimientos y remitirlo, por correo de duende, a la siguiente dirección: Padre de todos los cuentos / En el Bosque de los sueños.

Cientos, miles, millones de cartas se recibieron de todas los lugares del mundo. Y el viejo cuento, a medida que llegaban, poco a poco, día a día, iba recobrando fuerzas. A cada carta, a cada beso de cariño, un poquito más.

Y, por fin, la prueba definitiva. Entre todos, amainados ya los furiosos vientos, con sumo cuidado, subieron el cuento nuevamente a lo alto del viejo árbol. Y comprobaron, con gran alegría, cómo otra vez, desde sus viejas páginas, volvían a volar sus hermosos relatos, expandiéndose por todo el bosque de los sueños; volviendo a llenar de ilusión los ojos y corazones de todos los niños del mundo.

Una vez más, la unión y el amor, lo habían conseguido.

Y, nuevamente, todos: Blancanieves y los Siete Enanitos, Peter Pan, Dumbo, Pepito Grillo,... regresaron, felices, a las páginas de sus respectivos cuentos, para seguir repartiendo magia, sonrisas e ilusión entre todos los niños del mundo.

Y colorín colorado, los cuentos, si hay ternura, si hay cariño, si hay unión y comprensión, jamás se habrán acabado.

Moraleja para estos tiempos: luchemos unidos, aportando cada uno. Si así lo hacemos: "Hay futuro", y seguiremos disfrutando de este maravilloso cuento, que es la vida.