Mucho se dice que la historia se repite. No soy yo quien para refutar la afirmación. Incluso añadiría que de las historias contadas por nuestros ancestrales cavernícolas ya nos advertían lo inesperado. Más que nada ayuda almacenar tanto saber si no hay cambios de esencia en pro de la humanidad.

Goya, en la serie "Los Disparates", conecta sus visiones oníricas, de violencia, de sexo, llegando a ridiculizar instituciones y críticas al poder establecido. Hoy, en mi confinamiento (estado de alarma), no tengo la pretensión de mirar con los ojos de Goya, pero no puedo disimular la realidad.

En la televisión las emisoras de forma insistente reproducen gobernantes del mundo sentados en sus sillones y lógicamente con sus puestos (sueldazos en día). No imaginaría a Christine Lagarde, Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Vladímir Putin, Donald Trump, Antonio Guterres, ni muchísimo menos Juan Carlos de Borbón en videoconferencia con representantes de países subdesarrollados acerca de futuro de la humanidad y el Covid-19. Si la donación y abundancia caminan juntas, por qué no una donación conjunta a la investigación científica y sanidad pública. Por obvio, que no salga del cofre público.