Yo leo faro de Vigo prácticamente todos los días, ahora tengo tiempo para hacerlo. Hay una sección que me atrae particularmente porque los temas que toca son muy variados y también lo son los lugares de donde proceden, bien sean ciudades o pueblos.

Hace unos días encontré un artículo que llamó mi atención de manera especial ya que el lugar en que el autor situó el relato es para mí una villa entrañable y llena de recuerdos: Negreira. Fue precisamente en Negreira donde mi abuelo instaló, a finales del siglo XIX, su farmacia procediendo él de Santiago, donde vivía y donde había estudiado su carrera en la melancólica Fonseca. Mi abuela también había llegado allí para trabajar como maestra. Todo tuvo un final hermoso: el farmacéutico y la maestra crearon una preciosa familia numerosa con unos hijos e hijas que, con el paso del tiempo, se fueron todos a estudiar a Santiago utilizando como medio de transporte una diligencia tirada por caballos.

Puedo asegurar que en aquellos días no había equipos de fútbol juveniles ni nada parecido y por eso tampoco se podía caer en el fallo de pronunciar alguna palabra malsonante por parte de los jugadores o del público congregado. Pero sí había una cancioncilla popular que tatareaba una persona que trabajaba en casa de mis abuelos y a la que yo quería mucho, que decía: "Viva Negreira que tiene un palacio con tres arcos y un río por el que pueden navegar trescientos barcos?". ¡Pues no estaba ella poco orgullosa de su pueblo! El palacio con tres arcos era el Pazo del Cotón que tenía tres arcos que comunicaban el Pazo con la iglesia a la que iba todo el pueblo aunque no fuese la parroquia. Y el río "tan caudaloso" era el Tambre al que, sin duda, hay que reconocerle su importancia entre los ríos gallegos.

Felicito a ese abuelo de Negreira que quiere muchísimo a sus nietos aunque en alguna ocasión les tenga que "suprimir" su paga del domingo. Yo también tengo nietas y nietos que reciben su paga los domingos pero mi gran ventaja es que ninguno pertenece a ningún equipo de fútbol.

¡Es estupendo ser abuelo!