El dinero no necesita de universidad para poseerlo, pero sí de cabeza para mantenerlo, pues en exceso perturba la conciencia y por defecto te conciencia de lo que representas sin él.

Su poder perturba hasta el punto de que hay quien da su vida por él, a cambio, cuando la vida se le va, el poderoso dinero le dice que ya no puede hacer más y buscará a otro que tenga vida para dar por él; es verdad que el dinero puede llevarte de fiesta en fiesta alejándote de la realidad, pero no es menos verdad que hay quien posee tanto dinero que puede hacer de su vida una fiesta sin necesidad de regresar nunca más a la realidad.

Quien lo tuvo, aún en exceso, vivió la vida, o por lo menos lo que la vida le ofreció a cambio de él, y aunque puede representar un problema más, no es vergüenza desear tener dinero para vivir a todo trapo una vida material sino desearlo y negarlo para vivir sin querer una vida espiritual.