¿Quién se atreve a negar que estamos siendo testigos de una escalada de la xenofobia a nivel nacional? El caso es que no hay nada nuevo bajo el sol. Los que rechazaban al inmigrante hace 20 años atrás -lejos de haber aprendido a convivir con ellos- simplemente han sido más sibilinos (han ejercido su discriminación, escondidos en sus puestos o "funciones" de trabajo, o en el cotilleo banal de las señoras y señores que aún rezuman resabios de tiempos dictatoriales).

Hoy por hoy, algunos advenedizos (de acuerdo con la segunda definición de la RAE) que han accedido a escalones de distintos ámbitos gubernamentales aparecen en los medios haciendo comentarios desaforados y manipuladores, sembrando la confusión, incitando al enfrentamiento con cualquier persona que tenga un color o acento diferente? y es entonces que empiezan a brotar antes de que llegue la primavera, las "provocadoras de barrio": señoras de esas que te encuentras en el supermercado y te atacan cuando menos te lo esperas. Basta con que oigan un acento diferente al suyo para lanzar estocadas con sus lenguas afiladas. Y, por supuesto, te empujan, te atropellan, te calumnian, se cuelan en la fila, te quitan el turno de la compra, y, si pueden, también intentan quitarte la autoestima. Pero la novedad es que ahora, como los cuervos, se van reuniendo aleatoriamente para atacar en bandada. Las injurias les salen gratis. La víctima debe reunir dinero, pagar un abogado, un procurador y hacer la denuncia por el Juzgado de lo Civil y proporcionar nombres de agresores. El anonimato de los cobardes sigue teniendo premio.

Y es que después de 20 años, una se acostumbra a sufrir vejaciones verbales. Te cansas de sentirte víctima, de dejarte pisotear, te callas, te aguantas para no empeorar las cosas. Y acabas dejando pasar? Lamentablemente esto exacerba el racismo.

Dijo Martin Luther King: "Cualquiera que acepte pasivamente el mal está igual de implicado en él como quien ayuda a perpetrarlo. Quien acepta el mal sin protestar en su contra, en realidad está cooperando con él".

Y la xenofobia, racismo, discriminación son "el mal", que muchos llevan dentro y ya les ha crecido tanto que se les sale hacia afuera, hinchándolos de soberbia y rabia.

Es un acto de sanación para la sociedad, enfrentar lo que la enferma en vez de mirar para otro lado. La complicidad sólo ensucia y afea. El miedo les da poder.