Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la sombra de la duda se he cernido sobre el futuro de la Alianza del Atlántico Norte, donde han vuelto a aflorar las divergencias internas con ocasión de la "cumbre" celebrada en Londres en su 70 aniversario. Ya no se trata del empeño del presidente de Estados Unidos de que los países europeos paguen más por el mantenimiento de la Alianza, sino de unas recientes declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, en las que afirmó que la OTAN se encuentra en un estado de "muerte cerebral".

Macron ponía de manifiesto las disensiones en torno a Siria y la intervención directa de Turquía en este país para desalojar a los kurdos de su frontera con la anuencia de Estados Unidos. No obstante, la Alianza ha encontrado un motivo para restañar sus grietas en el "desafío" del creciente gasto en armas de China y sus acuerdos comerciales con Rusia.