En un mundo en el que la verdadera solidaridad brilla por su ausencia, en Filgueira, una pequeña aldea del municipio ourensano de Porqueira, se abre cada día un halo de esperanza gracias a los vecinos, porque el ayuntamiento me ha dado la espalda. La última muestra fue en mi propia casa. Las intensas lluvias que provocó la borrasca Elsa hicieron que el agua empantanara mi vivienda. A pesar de haber llamado al Ayuntamiento fueron los vecinos y familiares, junto al servicio de bomberos del Consorcio que envió el 112 y la Guardia Civil de Xinzo, los que se afanaron en achicar el líquido que fluía por cada recoveco de mi hogar. Así, entrada la tarde, cuando los bomberos habían conseguido amansar las aguas, los trabajadores del consistorio hicieron acto de presencia. Si bien es cierto que en un día en el que pudieron producirse múltiples emergencias, los servicios municipales hacen lo que pueden, no deja de sorprenderme que al día siguiente, durante la visita de la alcaldesa al pueblo, la única casa que obvió fue la mía. Teniendo en cuenta que la inundación en mi vivienda es consecuencia de la dejadez del Ayuntamiento es injustificable tanto la conducta de la máxima responsable municipal, como que me hayan tenido que cortar el suministro del agua para evitar que mi casa se continúe inundando. Por lo pronto, a pesar de cumplir con mis obligaciones tributarias, en mi domicilio los responsables del Concello de Porqueira ni están, ni se le esperan.