Cuando nos preguntamos sobre las oleadas de violencia que sacuden las sociedades occidentales, surge la necesidad de hablar a fondo sobre la pérdida del sentido de la vida y sobre la caída de las certezas que procedían de su tradición cristiana ampliamente compartida.

Algunos destacados militantes del ateísmo más agresivo, entre los cuales figura el biólogo Richard Dawkins, acaban de exponer en un programa de la televisión británica que el declive del cristianismo está dañando seriamente a la sociedad.

Después de haber acusado a la religión como el "veneno" del pueblo, estos paladines del laicismo más radical están observando que el "nuevo orden" que pretendían fundar no ofrece ninguna base moral sólida que distinga el bien del mal, la verdad de la mentira.