Si aludimos a la política, nos llegaría con muy pocas piedras. La de Rivera y poco más. La indecencia, la corrupción y la indignidad superan con mucho las mínimas previsiones de honradez que le debemos exigir a nuestra clase política. ¿Cómo es posible tener una cara tan dura, cuando el partido socialista se ceba en criticar al PP sobre el caso Gurtel, teniendo la alargada sombra de los ERE? Y, ¿ahora qué?, ¿cómo taparán sus propias vergüenzas ante tal impotencia?... cuando en sus filas se dictan importantes sentencias de prisión para sus altos cargos institucionales.

Si en su momento se aprovechó la delicada situación cara a unas elecciones planteando una moción de censura, ahora cuando están pendientes los pactos para una investidura, ¿alguien apoyará al señor Sánchez a sabiendas de que se confirman corruptos bajo sus siglas? Un primer planteamiento para obtener una buena disculpa será, sin duda, alegar que las denuncias a los encausados vienen "de atrás". Todos ellos y en ambos casos se han venido desarrollando mediante tramas que han supuesto beneficiar a terceros por medio de malversación de fondos públicos.

Si esta situación no se cambia, vamos a acabar construyendo más cárceles que escuelas, porque los políticos no volverán a la escuela. Lamentablemente vivimos en la excepcionalidad, no es normal que en cuatro años haya habido cuatro elecciones generales, que desde 2015 no tuviéramos un gobierno fuerte, porque el Congreso de los Diputados lleva tiempo en la intranscendencia. Y esto ha dado como resultado un posible gobierno de coalición, formado por dos dirigentes antagónicos en todos sus fundamentos, con una única excepción: la común ambición por el poder.

Necesitamos un presidente menos atrevido y más firme, con la cabeza mejor amueblada y más veraz, lejos de un dogmatismo que fácilmente puede convertirse en cualquier tipo de fanatismo. El abrazarse a Podemos es una incoherencia más de un daba órdenes al Tribunal Supremo. El Estado debe ser un nexo de unión con los ciudadanos y no un "mercado persa". Volviendo a los ERE y visto que la sentencia excluye al Partido Socialista como responsable de la trama, ahora sí, me creo al señor Sánchez cuando manifestó que él daba órdenes al Tribunal Supremo.