Esta es la historia de un gato callejero. Y también la historia de una persona despiadada.

Bonifacio, al que todos llamábamos Boni, fue un gato con mala suerte. No sabemos su procedencia: tal vez fue un gato fruto de una camada indeseada o desechado cuando "su familia" se cansó. Cuando apareció en nuestra casa estaba viejo, cansado, enfermo y aterrado del ser humano. Poco a poco, con cariño y cuidados, Boni fue confiando en nosotros hasta que consideró nuestro jardín como suyo. Por fin tenía una casa y una familia. Todo indicaba que pasaría sus últimos años de forma tranquila, con comida, refugio, cuidados y cariño asegurados.

Sin embargo, a alguien le molestaba su presencia y qué mejor solución que envenenarlo. Esta persona lo condenó a una muerte segura y una larga agonía. Boni falleció al día siguiente de ingerir el veneno atendido por un veterinario. Boni nos importaba y, como todo ser vivo sintiente, debía ser asistido. No era un despojo, aunque para su asesino posiblemente lo fuese.

El asesinato de Bonifacio no va a ser juzgado debido a los problemas para demostrar la autoría de este tipo de delitos. Además de la maldad de ciertos individuos, que no son pocos, los animales como Boni sufren la inacción y desinterés de las autoridades.. Estas, mientras no actúen, serán corresponsables de abandonos y maltratos.

Esta historia es real y sucedió en Bueu el pasado septiembre, pero lamentablemente se repite en muchos otros lugares de España donde cualquier animal se encuentra indefenso ante la maldad de algunos seres escasamente humanos.