La generación de los llamados "baby-boomers", nacidos a finales de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado, se acerca a la edad de jubilación y en los próximos años incrementará en un grado notable la tasa de población retirada. Este hecho plantea un problema para la sostenibilidad de las pensiones y del sistema de la seguridad social, pero también de ocupación del tiempo libre y de estilo de vida de este colectivo que por su número tendrá un destacado papel en la configuración de las sociedades democráticas.

Un tema poco tratado al hablar de la nueva tercera edad es el relativo a la vivienda. Muchas personas mayores viven, a menudo solas, en casas cuya renta y mantenimiento les resulta difícil asumir; esta circunstancia y las enfermedades les pueden llevar a recurrir a residencias geriátricas que hacen una labor social indudable pero que para aquellos, que aún tienen autonomía, quizás no constituyan la solución ideal.

Sin embargo, hay una alternativa. Hace tiempo ya que en Holanda y Bélgica hay comunidades de personas de edad que viven en domicilios contiguos pero independientes, formando a veces como una pequeña urbanización integrada en la ciudad (en Brujas vi una ubicada en un parque). Esta forma de alojamiento, complementado con ayuda sanitaria y doméstica compartida, es una opción a desarrollar también en nuestro país, en especial para las personas mayores (cada vez más) que viven solas; disponer de edificios o zonas con viviendas públicas asistidas para la tercera edad podría merecer la pena a una sociedad que se enfrenta al reto de su envejecimiento.