El GTDLD, Sr. Sánchez, no es cambiar a un muerto de "domicilio" para ser utilizado indecorosamente como munición electoralista.

El GTDLD será cuando la depravación moral, la corrupción, la mentira y el engaño desvergonzado y sistemático de los políticos, dejen de ser usados contra los ciudadanos de buena fe.

El GTDLD será cuando el voto de esos mismos ciudadanos les deje de ser usurpado para que, mediante extrañas componendas, acabe en manos del partido al que no votaron.

El GTDLD será cuando en la política prime el bien común por encima de los intereses de los partidos y de sus cómodas poltronas.

El GTDLD será cuando el poder judicial sea realmente independiente, los jueces no sean nombrados por los partidos y la justicia sea verdaderamente igual para todos (dé el golpe de estado el Ejército o la clase política).

El GTDLD será cuando se entienda que fuera de las leyes, de los tribunales y de los jueces, no existe Democracia sino anarquía y tiranía.

El GTDLD será cuando las instituciones, los medios de comunicación y los bienes y fondos públicos dejen de ser usados arbitrariamente por los partidos en el poder para obtener fraudulenta ventaja sobre los demás partidos.

El GTDLD será cuando los ciudadanos piensen, se informen y no se dejen manipular en los procesos electorales por la influencia de las nuevas tecnologías (Big Data) y no entreguen su voto a Facebook y demás redes sociales.

El GTDLD será cuando el deseo de los ciudadanos de ser bien administrados, se concrete colocando en los "cargos públicos" a los más competentes y mejor preparados y no a familiares y amigos.

El GTDLD será cuando los ciudadanos hoy entregados indefinida y ciegamente a la voluntad de un partido, muchas veces desesperanzados y resignados, muten en ciudadanos genuinamente involucrados, capaces de aportar lo mejor de sí mismos a la sociedad.

Ortega y Gasset decía que "un hombre desesperanzado y resignado, al final, exigirá responsabilidades".

Claro que usted Sr. Sánchez no ha llegado a la política para ocuparse de nada de lo dicho. Todos sabemos para qué ha venido.