Seguimos sin Gobierno, muchos están a la espera del día 10 de noviembre, intentando atisbar una solución para que "alguien" pueda ser investido y que termine de una vez esta penosa incertidumbre. Mientras que afortunadamente el crecimiento sigue siendo positivo y en tasas algo mayores que las de nuestros socios europeos, muchos indicadores empiezan a ofrecer síntomas de agotamiento. El problema no es que llevemos meses sin Gobierno, lo preocupante es que llevamos desde 2015 sin afrontar reformas de calado que reduzcan los desequilibrios y fortalezcan nuestra economía. Se necesitan reformas en el mercado laboral que impulsen la productividad, que es una de las asignaturas pendientes. Puede que "un día" tengamos un Gobierno, pero estará apoyado por una diversidad de partidos, en los que imperará la extrema izquierda, que dudo que vayan a afrontar en positivo todas las medidas que España necesita.

Con el posible agravante de que no existan acuerdos y volvamos a la precaria situación en la que nos encontramos hoy. Nuestra economía no necesita que se deroguen leyes por venir de otra ideología, ni se suban impuestos, ni se siga gastando en subvenciones o rentas básicas. La cuestión es reforzar los pilares de aquello que funciona bien y cambiar lo que ya no es de interés general y pueda perjudicar la convivencia pacífica de los ciudadanos. El problema se agrava cuando vemos que el gasto público ha aumentado en los últimos meses en 8.000 millones de euros, y que el incremento de la deuda pública nos sitúa en 25.000 euros -per cápita- además de que ese posible Gobierno suba los impuestos existentes y aplique otros de su "propia cosecha". La Comisión Europea avisa de que la recaudación no será la que se previó. Ese estudio indica que los ingresos por impuestos directos están cayendo pero, aún cuando la recaudación por cotizaciones está aumentando, el resultado queda desvirtuado por el agujero de la Seguridad Social que ya supera los 16.000 millones de euros.

Yo no sé si llegara a haber un Gobierno, yo lo deseo pero, mucho me temo que su programa no será el que necesite nuestra economía ni sea del beneplácito de los organismos nacionales e internacionales. El Estado del Bienestar ha de ser compartido por todos y no por los "de siempre".