Nunca 70 kilómetros habían dado para que se vertieran tantos ríos de tinta. En los últimos meses cualquier noticia, por interesante que esta fuera, quedaba anulada por el "famoso" traslado de los restos del "inquilino" del Valle de los Caídos hasta El Pardo. Parece como si todo un país le haya cogido un cierto cariño, movido por una inolvidable nostalgia. ¿Quién se acordó de ese cadáver durante los últimos cuarenta y tres años?

En ese tiempo los dos socialistas que llegaron a la presidencia de Gobierno no tocaron el tema, quizás porque no tuvieron ningún problema para su investidura, pero Sánchez tuvo que recurrir al pasado por no saber construir un presente y ver muy negro su futuro. Nuestro presidente en funciones debía haberse dedicado al juego del billar, todos sus actos se desarrollan en puras carambolas.

En este caso concreto, usando una vez más el efecto llamada, ha intentado matar tres pájaros de un solo tiro, "resucitar" a Franco incluyéndolo en sus listas electorales, enfrentarse a la Iglesia e intentar quedarse a vivir en la Moncloa. Luchando por un estado laico, hacen el más asombroso ridículo mandando a la vicepresidenta Calvo a ver al Papa Francisco, ¿solo nos arrimamos a la Iglesia para sacar "tajada"? Así nos luce el pelo, señores.

Acaben de una vez con este circo, entierren al dictador de una puñetera vez y traten de buscar las fórmulas necesarias para que este país pueda empezar a funcionar. El que se considere capacitado para tal labor que la lleve a cabo y el que no, que dé un paso atrás y se dedique a otra cosa.

Con todo el tiempo perdido en parafernalias, hubieran llevado a cabo los fines del Pacto de Toledo, no cabreando a los pensionistas que, a la postre han sido el sostén y soporte económico de este país. Y probablemente ya habría tenido tiempo de estudiar las consecuencias derivadas de la sentencia del proceso catalán, ya que, por lo visto el diálogo no es capaz de solucionarlo y habrá que echarle muchos arrestos, para enderezar este delicado momento en el que, hasta el teniente coronel Tejero, como el ave fénix, resurgiendo de sus propias "cenizas" se suma a la "fiesta". Ya no queda sitio para más "chupatintas e ineptos" que quieren vivir como reyes, pero en el fondo reniegan de la monarquía. Necesitamos muchos cambios y mucha generosidad.