El independentismo catalán, con Quim Torra y sus correligionarios erre que erre, continúa con su provocadora hoja de ruta. No cesan en su desprecio a la Constitución Española -gracias a la cual disfrutan de su actual estatus político-, a las instituciones y a las sentencias judiciales. No se consideran españoles, y siguen empecinados en su pretensión de declarar la República Catalana. Pero, eso sí, continúan nutriéndose de España. Aunque, en su arrogancia, se creen superiores.

No estoy seguro de que,realmente, sean conscientes del alcance de lo que dicen y hacen. En cualquier caso, todo el proceso soberanista de Cataluña (el procés), y su puesta en escena en el Parlamento catalán, se me antoja de "opereta". Una burla en toda regla. Aunque -¡cuidado!- como esta, más que preocupante, situación se les vaya de las manos, podría terminar siendo una "tragicomedia" cuyos efectos devastadores nos alcanzarían a todos.

Visto lo visto -y lo que, sin duda, todavía queda por ver- podemos concluir y aseverar que los políticos independentistas catalanes necesitan someterse a una urgente terapia de humildad. Lástima que no haya "balnearios" para tratar esa "dolencia".