El príncipe se convirtió en rana. Y la rana se volvió de piedra. En 1936 la bandera perdió un color. Aquellos parterres convertían la Plaza Mayor de Salamanca en un auténtico jardín botánico. Pero el suelo se fregaba con sangre espesa. En las tertulias del Novelty, mucho antes de llegar Torrente, había orejas enemigas. Las cunetas esperaban por ti.

Chapela, bastón y figuritas de papel. Unamuno sonó para el Nobel. Apenado ya por la falta de Concha, "mi costumbre". El intelectual mutante fue vasquista, españolista, marxista? Una vez casi lo meten preso por criticar al rey. Y Carmen Polo admiraba aquella poesía cristiana.

A los enemigos hay que tenerlos cerca. Debió pensar Millán Astray. Las dos Españas todavía afloran hoy. El fundador de la Legión es un antihéroe de manual. La propaganda de un Régimen en pañales fue para un gallego tuerto, manco y cojo. Entre el ojo de vidrio de Castelao y el parche de la princesa de Éboli. Un quintal de carisma y hasta los topes de autoestima.

El cargo parecía eventual pero Franco tenía baraka, suerte divina. Parece retraído y poco ambicioso. Su voz es temblorosa y aflautada. Tierno con su niña. En la fe está la salvación. Y ahí comienza la estratagema. Vio como la clave era convertir la batalla en una cruzada."El Alzamiento es una Guerra Santa". Con la bondad de permitir a los reos una confesión antes de ser ejecutados. Posó a lomos de un caballo para resucitar los mitos del Cid y el Apóstol Santiago.

Azaña había ordenado que cesasen al autor de 'La Tía Tula' como rector de la Universidad de Salamanca. Pero los nacionales lo restituyen de forma vitalicia. Lo aceptó pero siempre puso reparos en encargarse de las depuraciones.

Miguel tardó mucho en darse cuenta de que la cosa se iba degenerando. Sus dos amigos de debates, un pastor evangélico y un maestro de izquierdas, fueron desaparecidos. Un contubernio judeo masónico. Pese al pánico de su familia se jugó el pellejo en el Paraninfo. Fue la bombilla en el rancio Día de la Raza. Rodeado de reaccionarios, ya anciano, tiró de coraje y metió el dedo en el ojo a toda la audiencia. "¡Venceréis pero no convenceréis!".