En estos tiempos en que la comprensión como ética empresarial, integridad y responsabilidad social corporativa, ocupa un lugar cada vez más destacado, en el fútbol vemos todo lo contrario.

En los clubes profesionales notamos un aumento del riesgo inaceptable de lavado de dinero, corrupción y fraude. El fútbol es una rama muy atractiva para los criminales, pues se apoderan fácilmente de los clubes con problemas financieros.

El ejemplo lo tenemos en diversos países europeos, donde notamos un financiamiento que se construye sobre arenas movedizas y nadie se atreve a preguntar sobre el origen del dinero, negando el problema.

Las cantidades exorbitantes involucradas en los fichajes, las numerosas posibilidades para ocultar el origen de la inversión, la cultura cerrada y la falta de supervisión estructural de los flujos del dinero, proporcionan unas condiciones ideales para las inversiones de empresarios criminales.

Actualmente se venden paquetes de jugadores, con cesiones y compras a largo plazo, donde no se sabe el valor de los jugadores, por las complicadas operaciones.

Las relaciones complejas entre el club, patrocinadores, los medios, agentes, inversores y directivos locales pueden actuar como un ecosistema en el que la corrupción, la evasión fiscal, el fraude y el lavado de dinero, pueden florecer (economía criminal).

Estas señales tendrán que ser tomadas en serio, principalmente por los bancos, de lo contrario se verán también implicados.