Lo que hoy nos ocupa es una gota de denuncia. No hay pausa para la reflexión. La intolerancia. La falta de empatía. La incomprensión. La pérdida de valores. La incomunicación. Esos rostros olvidados. Ellos y su pasado. Ya no interesan los rostros que son reales, simulan ser un sueño. Un simple sueño. Un sueño hecho realidad a través del despertar, frente a sí mismos y a sus contradicciones. Fatigado hasta el agotamiento. Dormir tres o cuatro horas cada noche. La situación, aparentemente sin salida, en la que me encuentro. Huésped indeseable. Cuando estaba pletórico de fuerza y salud, acontecimientos extraordinarios sucedieron en mi vida. El azar y la necesidad. Cae la noche. Espero. ¿Qué hacer? Primero volvieron a mi memoria todos los fracasos. Levantarme y sacudirme para ponerle fin. Los resultados serán los que espero, lo sé.

Mi irreductible rebeldía contra un acto arbitrario e injusto. Alcanzar una meta, por medio del sufrimiento. Sufro involuntariamente. Perseverancia. Es a ella y sólo a ella que debo la mayoría de las preocupaciones y de los sufrimientos morales que conforman mi vida. Una criatura bípeda, reducida en materia de comprensión a un factor de obstrucción, surgida conforme a las leyes de la naturaleza, que por desgracia lleva, también, el nombre de "ser humano". Un solo rechazo hacia quien no tiene ni conciencia ni sentido común para diferenciar el bien del mal, María del Carmen.