Cuando hay un empeño grande en tirar para abajo a alguien en la opinión pública, lo que se consigue es llevarlo para arriba. Le pasó a Podemos hace tiempo, pero el subidón le duró poco, y ahora anda pidiendo limosna, porque a casi nadie le parece ni bien ni mal, y por eso ha dejado de llamar la atención. Hay que tener cuidado con una atención excesiva, porque más pronto que tarde se descubre el amaño y el que parecía grande y salvador de todos, se queda en la cuneta inmisericordiosamente: que se lo digan a los políticos que se fueron o los echaron, o a los bancos que se creían los amos del mundo, hasta que se descubrieron sus chanchullos.