La crisis de las personas sin hogar empeora, aunque nos quieran hacer ver lo contrario.

Después de algunas campañas, del desarrollo de estrategias integrales, ¿cómo es esto posible? La respuesta bien podría estar en que los caminos hacia la falta de vivienda son muy rápidos; y los caminos para salir de la falta de vivienda son muy lentos. Es decir, que la exclusión social va mucho más aprisa que la inclusión.

A menos que logremos invertir esta tendencia, evitando que las personas se queden sin casa, y podamos alojarlos de una manera rápida, los números nos sorprenderán una y otra vez. Por sombrío que esto resulte, otras ciudades están viendo carencias importantes en su falta de vivienda y cada año cientos de familias son desahuciadas.

Pero hay una causa que podemos atajar, que es la disponibilidad de la vivienda asequible para la gente de bajos ingresos. La vivienda de acceso directo o vivienda asequible es un modelo a seguir para ayudar a los sin hogar; pese a ello, algunos no podrán esperar a estas viviendas.

Un 29% de los afectados son crónicos.

El modelo transicional que deriva del albergue-puente o la vivienda compartida podría ser parte de una solución transitoria que, sin requerir largas esperas, puede ser autogestionada en parte por los afectados.