La lluvia de noticias y acontecimientos sigue una lógica desconocida pero previsible. Parece existir un desastre para cada época y un día para cada suceso.

Lunes, 7 de la mañana. Te ha despertado un terremoto en Guatemala. A las 8 estalla el conflicto de Palestina. Australia se quema a las 9. Los ríos de media Europa se desbordan a las 10. Mañana se extiende el ébola por el Congo a las 11. Conocerás el número de ahogados de Ceuta a las 11.30. A la hora del bocata se liará la marimorena en Sierra Leona. El miércoles, un volcán islandés colapsa el espacio aéreo europeo. Varias ballenas aparecen varadas en la playa de enfrente a las cuatro. A las diez de la noche se vuelve a incendiar un submarino ruso. El glaciar más extenso de la Antártida se parte a medianoche. El jueves anuncian la elección de un multimillonario para la Casa Blanca. El viernes estalla una bomba en la India y las inundaciones del Monzón se llevan a los sospechosos. A las once, hora española, arde California "pero non queima". Te pilla de finde el conflicto de Yemen y un entuerto a tres entre Japón, China y Corea del Norte por las islas Kuriles. Alguien comenta en tu playa que el nivel del mar sigue subiendo. Ya solo escuchas la música de tu MP5. Estás fuera de cobertura. Nadie es perfecto...