Me saca la lengua y se burla de mí. El dragón alado protege la Torre del Homenaje normanda del castillo. Fantásticos interiores victorianos. Los animales del muro llevan asomados desde finales del XIX para mirar un zoo de humanos. Estamos en el corazón. El germen del que fue hace cien años primer puerto carbonero del mundo está en un fuerte romano.

Esperaba más de los dulces tradicionales galeses, que están empoderados con pasas. Su textura recuerda más a un polvorón que a una crepe. Hay demanda e importación de pasteles lusos de nata. En la caja de Forresp puede tocarte sabor a limón, crema de cacao, manzana o cacahuete.

Los clásicos parques británicos son verdes y llanos. Ideales para un picnic en mantel de cuadros rojos y blancos. Gana el fútbol pero no faltan adeptos al rugby y al criquet, con sus trajes blancos sin manchas de hierba. El Bute toma el nombre de un marqués del XIX de origen escocés que se convirtió en el gran mecenas de la capital galesa.

Una caminata de 3 km. hacia el noroeste puede tener como premio la preciosa catedral de Llandaff. Me emociona más que Saint David. Las lápidas, puntiagudas o redondeadas, están esparcidas por el césped. El Cristo en majestad se añadió tras la II Guerra. En este distrito nació durante la Gran Guerra el escritor Road Dahl, autor de "Charlie y la fábrica de chocolate".

La larguísima Lloyd George Avenue tiene hasta tres paradas de bus para acercarse a la bahía. Charloteo con uno de los cientos de Ghandis que predican la paz por el mundo. El Edificio Millenium es la sede de la ópera. Representan "Los Miserables", musical que ya me acompañó en Londres y Praga. El Pierhead Building, de ladrillo y terracota, es tan rojizo como el Ayuntamiento de Berlín; con cáscara religiosa e interior donde se reúne la Asamblea Nacional y un museo de historia. La noria del puerto es menos glamurosa que el carrusel dúplex de Queen Street. La iglesia noruega no está destinada al culto sino a propuestas artísticas. El Hotel San Davis, en un marco de pájaros protegidos, está preparado para salir de regata. Los jabones del lavabo tienen solera. La recepcionista no es muy condescendiente con quien viste sin americana.