Confieso que en mi condición de exdelegado de Gestión de Accidentes de Trabajo de Mutualidades Laborales he mantenido una fluida y duradera relación con el Centro Médico Povisa, a cuya área de Traumatología solía acudir con bastante frecuencia para recabar información acerca de lo acaecido en cada siniestro laboral, que no fueron pocos, y trato humano facilitado a los heridos durante la permanencia en planta, que fue siempre satisfactoria, ya que ninguna queja al respeto tuve que trasladar a mis superiores.

Y como ahora resulta que a consecuencia de una fortuita y casual caída a la entrada de mi domicilio, que me produjo una seria lesión medular de la cual me estoy recuperando, soy yo también beneficiario de esos delicados cuidados médicos y buen trato humano en régimen de internado, primero, y ambulatorio rehabilitador, ahora, no parece aconsejable silenciar por más tiempo el dar infinitas gracias a todo el personal y dirección del citado centro médico, por el esmerado e impagable servicio que diariamente presta a su amplio colectivo de enfermos, ni tampoco dejar atrás el que nada podría extrañar si alguna institución, entidad, compañía, partido político, etc., considerara que nuestro modélico hospital, orgullo de Vigo, reúne ya los méritos suficientes para distinguirle con la Medalla de Oro de la Ciudad y procede seguidamente a iniciar los trámites reglados a tal fin.

Y mientras que esto suceda, como así es de esperar, concluyo con un respetuoso ¡Alabado sea el Señor!