Ha vuelto a ocurrir. Me han designado para formar parte de una mesa electoral (de suplente, uf!!!). Es al menos la cuarta vez en los últimos diez años que me sucede. Durante este período se han celebrado en Galicia diez procesos electorales. Cada mesa precisa de nueve miembros entre titulares y suplentes. Si todos ellos han participado, al igual que yo, en cuatro de las últimas diez elecciones, ello implica que el sorteo se habría realizado entre un grupo de no más de veintitrés individuos (nueve es a veintitrés como cuatro es a diez, si redondeamos).

Me consta que en la mesa somos más de setecientos votantes. Suponiendo que todos los mayores de sesenta y cinco años se excusen de participar (tienen derecho a ello) y puesto que según la pirámide poblacional suponen algo menos de un venticinco por ciento, resulta que en cualquier caso quedarían más de quinientos venticinco votantes idóneos para formar parte de la mesa. A no ser, claro está, que no sepan leer y escribir. Esto supone algo más de un noventa y cinco por ciento de analfabetismo. ¡Solo uno de cada veinte votantes de mi mesa conseguirá leer esto! ¿No les parece preocupante? Un pueblo con semejante nivel de instrucción y donde además se producen continuas fugas de cerebros ¿qué espera del futuro?

¡Vaya hombre! Ahora que ya he terminado de escribir esto, me soplan al oído que hay más casos como el mío. Que también ocurre con frecuencia en otros lugares. Puede que el problema de la incultura esté más extendido de lo que yo intuía. Quizá debamos tenerlo en cuenta cuando acudamos a votar. A ningún partido le gusta tener que soportar la capacidad de crítica que la instrucción de los ciudadanos supone, pero algunos están más dispuestos que otros a tolerarla.

Me dicen también que a lo mejor los sorteos no son tan inocentes como cabría suponer. Me da pereza reescribir lo anterior partiendo de esta premisa. Además, ¿cómo vamos a pensar que los responsables de estos sorteos (representantes de la administración local elegidos por nosotros) van a ser tan mezquinos como para permitir que haya pasteleo en algo tan intranscendente?Y si en lugar de mezquindad fuese incompetencia o una mezcla de ambas cosas ¿qué podemos esperar de su gestión de los asuntos realmente importantes? Pues, dentro de poco más de un mes tenemos elecciones municipales....