Ante acciones violentas nos acogemos al si hubiera justicia esto no pasaría, pero ésta solo actúa a partir de que se ha cometido el hecho, antes difícilmente podrá intervenir. Cada persona es un mundo y mientras ese mundo permanezca hermético será imposible acceder a él y a sus reacciones hasta que se materializan en algo bueno o inevitablemente en fatalidad como vemos con frecuencia, por lo que la justicia llega pero tarde. Un individuo se manifiesta plenamente en su núcleo familiar que es consciente de su verdadera naturaleza, de sus problemas y de sus posibles soluciones. Quizás sea labor esencial de las instituciones relacionadas con la psicología asesorar a los organismos estatales encargados de poner en funcionamiento medidas de concienciación a la familia que normalmente es la más consciente de que lo que se avecina no es bueno con mucha antelación al desastre, (nunca se soluciona un problema sino se reconoce que existe pero tampoco sino está normalizada su existencia ante la sociedad, enfermedades antes repudiadas hoy conviven naturalmente con la gripe, fibromialgia...), de la misma manera que la DGT asesora a través de campañas publicitarias de concienciación ciudadana cómo evitar accidentes de circulación, de que lo más práctico siempre fue vigilar el estado del vehículo antes de salir a la carretera, a la vida, sin prisas pero sin descanso, día a día, accediendo a través de los medios hasta el núcleo familiar para conseguir que igual que somos conscientes de la importancia de poner el cinturón de seguridad también lo seamos de advertir signos cercanos que puedan evitar males mayores en el futuro y así ponerles solución antes de que afecten a terceros con acceso únicamente a la fachada de una deslumbrante casa que solo espera su entrada para derrumbarse sobre ellos.