Agradezco al Hermano Donaire su incansable labor de cuidado y atención con los enfermos pobres y todavía recuerdo su frase: "Aquella peseta se multiplicó".

Creo que es justo reconocer su trabajo silencioso y sus enseñanzas a muchos jóvenes que acudieron voluntariamente desde movimientos y parroquias a convivir algún que otro día para conocer y ayudar.

Creo que es justo valorar y recordar la vitalidad, la alegría, el perdón, y la amistad que asomaron en cada esquina, en cada pasillo, desde que traspasábamos el umbral de la Residencia.

Es necesario reconocer los signos y leerlos en su profundidad posicionándose sin vergüenza ni miedo. Alzar y proclamar lo que sí fue cierto. Un estilo de vida muy reconocido que nunca cayó en olvido.

Gracias por tu entereza y por tu silencio sonoro. Descansa en Paz.