Hermano, hasta el cielo, desde donde nos estarás observando y protegiendo, queremos que llegue el agradecimiento de toda nuestra familia -al que seguro se querrán sumar miles de vigueses- por el formidable ejemplo que nos has dado con tu vida, de cómo debemos amar al prójimo.

Jesús concentra toda la obligación del cristiano en "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo", y añadió que amar hasta ese extremo a Dios, al que no vemos, no es fácil. Y cuando le preguntaron que quién era nuestro prójimo, no lo relacionó con el más "próximo", que logicamente sería la propia mujer, los hijos, los amigos, sino que, muy al contrario expuso la parábola en la que un caminante samaritano socorre a un desconocido, robado, maltrecho y tirado en el camino, y que pertenecía a una tribu con la que no se hablaban los samaritanos. Un experto teólogo nos puso al día: "Tu prójimo es aquel desconocido que se cruza en tu camino y te necesita", y ¿hay alguien que duda a quién ayudó durante toda su vida el hermano Donaire??

Podríamos contar un montón de anécdotas que lo confirman. La Policía de Vigo durante años tuvo claro cómo actuar con cualquier indigente encontrado tirado en la calle a las tres de la mañana. Llamaban a la puerta de la residencia de Teis, se levantaba el hermano, lo aseaba, le daba comida caliente y una cama limpia. Se sabía que allí acogían a marginados sin cabida en ningún otro sitio.

Contamos una anécdota personal de hace años que nos impresionó: un vigués que arruinó una buena vida familiar y su trabajo en un banco por problemas con la bebida vivía en la residencia como fijo. A la enésima recaída, en las que se volvió violento incluso con el propio hermano, se tuvo que ir, viviendo en la calle durmiendo bajo un puente. Enfermo, fue ingresado en el 'Pirulí', y angustiado a punto de darle el alta y no tener a donde ir, coincidió con una visita nuestra al hospital, y conociendo nuestra amistad con el hermano, nos suplicó que intercediéramos para su readmisión. La respuesta fue contundente: "Que venga, esta es su casa porque no tiene otra...".

Ese era el hermano Donaire?, y ahora su vida se apagó tras un largo y cruel calvario moral y físico. Hace un par de años, ya enfermo de una dolencia grave degenerativa, fue expulsado de su orden, y, sin un duro, con una mínima pensión que no llega a 400 euros, tuvo la suerte de ser acogido con muchísimo cariño por una familia de Mouriscados.

Somos un matrimonio que ha colaborado durante años con la institución, como voluntarios. Conocimos bien al hermano y a muchos de los enfermos que atendió. No damos crédito a las acusaciones que se han hecho contra él. Habrá cometido errores, sin duda, en la difícil tarea que realizaba, pero creemos que ninguno calificable como delito. Desde luego, tras toda una vida de sacrificio y trabajo por los más pobres, tuvo un final triste, que no merecía: pobre, enfermo, expulsado de la residencia que él mismo creó, vituperado en los medios de comunicación y abandonado por muchos.

Los más santos pueden cometer errores, y por eso el mismo Cristo nos dice que si caemos y nos arrepentimos nos perdona hasta "setenta veces siete". No tenemos la menor duda de que si en algo hubiera caído el hermano, que repetimos no creemos, por todo lo bueno que sí estamos seguros que hizo, el buen Dios ya le habría perdonado.