Se nos ha ido, tras larga pelea silenciosa contra la enfermedad, un periodista de raza. Un maestro de los que enseñaron más haciendo que diciendo. Era callado pero eficaz, iba al meollo. Su instrumento de trabajo, el azadón; su fogón o el arma que eligió para la tarea en la que se enfangó vocacionalmente para ser él feliz en la vida y servir a la sociedad fue la pluma, la máquina de escribir y, últimamente, el ordenador. Ahí estaba su botica, manejando las palabras para que con verdad y justicia reflejaran lo acontecido. Esa era su pasión hasta el placer o incluso hasta el cabreo. ¡Qué bien escribía Rodrigo, tanto en las informaciones como en sus columnas de opinión salpimentadas de ironía o en los relatos en broma descriptiva o soñada, tan llenos de nostalgia y con ecos de muy buena literatura de la que se alimentó siempre!

Rodrigo fue un centauro mitad progre y rebelde y mitad exigente y cuadriculado cartesiano; mitad creyente en el buen padre Dios y mitad iconoclasta de protocolos beatones; muchísimo más de la mitad casado con Toñi, pero viviendo muchísimo más de la otra mitad -y lo hizo posible-, en manifiesto concubinato con su dedicación profesional; Rodri era austero y parco, pero sibarita y comilón a la vez; buen amigo, aunque muy selectivo en ello, pues se vacunó, casi como un complejo, de toda apariencia externa de adulación o peloteo; de ahí que charlara y gozara más con los iguales o inferiores que con los cercanos al poder, a los que no escondía su cuaderno de quejas; le encantaba organizar frecuentemente sesudas o divertidas tertulias con los más afines, así como de vez en vez hacerle un corte de mangas al mundo entero y retirarse -como hizo en su última etapa- a disfrutar bucólicamente y en solitario de su Peitieiros familiar?

Conocía muy bien a los gallegos, a esta ciudad y a sus gentes. Porque nos oteó desde distintas atalayas: desde el Correo Gallego compostelano al FARO DE VIGO, que alumbra la actualidad de lo que ha vivido El Pueblo Gallego y recoge la Voz de Galicia que archiva lo que ocurrió fuera y aquí a orillas del Atlántico? pues en esos cinco periódicos, más la Hoja del Lunes -en la era en que los juntaletras descansaban el domingo-, desempeñó Rodrigo tareas profesionales, como redactor, como delegado o como director, respectivamente.

Siempre le animé a poner por escrito cientos de historias que hemos revivido y reído. Pero ni él ni el común amigo Armesto me hicieron caso y por eso la gran historia de la ciudad se ha perdido esas pequeñas y buenísimas anécdotas, que fueron pliegues de su diario vivir. Y es que han sido muchos años dedicado al oficio de contar la viguesa vida que pasa y lo que pasa en la vida viguesa.

Suele decirse, como tópico incluso, que muchas personas valen más por lo que callan que por lo que cuentan. El buen amigo Rodrigo ha contado y desgranado muchas cosas, en amigables conversaciones personales con tantos o en nuestra "Tertulia de los Jueves", compartiendo datos con extraordinarios conocedores de la historia más reciente de Vigo como son Joaquín Rolland, Mari Carmen Parada, Fernando Quesada, Miguel Ángel Contreras, el gran fotógrafo de Vigo, Magar, y conmigo de testigo. Tengo pena, sin embargo, de que a pesar de lo mucho que nos deja por escrito, no nos haya transmitido muchos más relatos, siempre hermosísimamente engalanados, como la musa que con él se ha ido.

No quería terminar sin destacar en la hora de la despedida tres elementalidades sobre Rodrigo Varela:

Que fue amigo de la verdad: ya que nuestro oficio consiste en no escamotearla ni esconderla; decirla con claridad e hiriendo tan solo, si es posible, a quien deba apechar con las consecuencias de sus actos. Y sin adular a los poderosos, saber sobre todo dar voz a los silenciados.

Que Rodri fue amigo del bien: le atufaba la corrupción, las tiranías pasadas y presentes, los rollos interesados, las mafias de cuantos coaccionan o presionan y amarran la libertad nuestra o la de otros.

Y que fue amigo de la belleza: de lo bien escrito, lo bien hecho, lo bien dicho, lo bien cocinado y lo bien presentado; lo que luce la hermosura de la creación y lo que realizado por el ser humano se plasma o expresa de una forma hermosa.

Por eso, amigo mío, tipo listo que apostaste por la verdad, el bien y la belleza, muchos ya te estamos echando de menos.

*Sacerdote y periodista