El 11/12/2018, en esta sección se me ha publicado un escrito titulado "Lo primero, la salud de los pacientes", donde comentaba lo que yo había vivido el largo fin de semana en el Hospital Álvaro Cunqueiro, donde explicaba las angustias que estaba pasando mi compañero y su familia, nada que criticar ni a médicos ni enfermeras.

Pues bien ese mismo fin de semana, a las 19.50 horas del domingo, se nos fue ese compañero, un Grande, Pepiño, un ser extraordinario, honrado, sensato, encomiable y luchador por los demás, sin pedir nada a cambio y así se mantuvo hasta el final de su vida. Así era como se conocía a José Iglesias Fernández (Pepiño). Como dijo su hijo José en su despedida una frase que demuestra lo grande que él era y las enseñanzas que dejó: "De mi padre aprendimos lo que es tener pincipios, si te estás jugando algo importante son principios, si no te juegas nada son opiniones, todo el mundo tiene una opinión, pero no muchos tienen principios". Pepiño fue un gran defensor de la clase trabajadora dentro de CC OO. Aquel chaval muy joven, sin cumplir apenas 16 años, entró en H.J. Barreras el 23 de abril de 1962 en la fábrica de Motores, se forjó como un gran fresador profesional.

Y por cierto en sus horas libres un gran pintor, pintó bastantes y muy buenos cuadros, enseguida se involucró en la lucha sindical, por luchar en la defensa de los trabajadores, tanto en lo social como políticamente, fue despedido en el año 1972.

Pero Pepiño siguió en la lucha, fue encarcelado y torturado y en su regreso de nuevo a la empresa siguió en su lucha por los trabajadores, "home" sereno y siempre con sensatez, pero muy duro con las injusticias. Esto era algo que estaba en su ADN, fue reconvertido al Astillero, en la desaparición de la Fábrica de Motores, presidente del comité de H.J. Barreras durante muchos años. Yo tuve la suerte de estar a su lado en esa lucha, aprendí de él que siempre debemos actuar con principios y honradez.

Fue mi maestro, mi amigo y mi hermano. Pepiño se ganó el respeto de todos, desde trabajadores, sindicalistas, políticos, jefes y directores del Astillero.

Gracias Maestro. Te echaré mucho de menos, pero siempre estarás dentro de mí.