Ha dicho el señor Feijóo -y así lo recogen casi todos los medios- que ni el PP ha cambiado su discurso ni está dispuesto a recibir lecciones de nadie.

Señor Feijóo: efectivamente, el PP no ha cambiado de discurso ante la irrupción de Vox en el Parlamento andaluz, sino que ya lo hizo durante la campaña electoral para intentar frenar a Vox adoptando su discurso, ya que si llega a mantener el suyo, el rajoyano inicial -el que usted practica- no habría sacado más de diez parlamentarios.

Y lo peor no es el discurso, señor Feijóo, sino el incumplimiento del ideario, las acciones e inhibiciones que han caracterizado al PP en los últimos años, a espaldas de sus principios y en consonancia con un discurso en el que no se sabía si estaban dormidos o, peor aún, si habían sufrido una alarmante metamorfosis izquierdista-independentista-buenista-seguidista.

Ustedes han cambiado más de ideología que de discurso en estos años. Un ejemplo, de entre los muchos que podrían ilustrar su nervio político, ha sido precisamente la aplicación de ese artículo 155 que -para usted- fue percibida por algunos "como laxa", cuando todos los hechos han confirmado que no sólo fue laxa sino que fue una solemne y cobarde burla a la nación y a su Constitución; en el mejor de los casos, un miserable escapismo que remató con el torpe o doloso obsequio de unas elecciones para los golpistas.

Vox no solo ha ganado sus escaños en Andalucía por esa marrullería suya del 155, ni por culpa de quien usted denomina un "actual presidente perdido"; más bien ha sido -además de por la prebolivariana situación andaluza- por la obra previa de un presidente del PP perdido -en el significado más amplio del término- que dejó un partido desideologizado, desguazado y desprestigiado, y un desgobierno en manos de ese presidente actual que usted considera benévolamente "perdido".

Además, emulando a cualquier dictadorzuelo, se permite el exceso de prohibir a los ciudadanos la libertad de elegir, ya que sentencia que el partido que lidera Santiago Abascal "no tiene cabida" en Galicia.

Usted marca quién entra (¿Podemos, por ejemplo?) y quien no entra en lo que considera su quintana porque -dice- el PP ha sido "garantía" para frenar que el nacionalismo gobierne en su comunidad. Con usted ya está comenzando a gobernar el nacionalismo, y para muestra la excluyente imposición del gallego en toda la administración.

Ese impostado gallego disuelto en castellano que vergonzosamente farfulla, ridiculizando a la verdadera lengua de doña Rosalía. Por todo ello usted, como su amigo Rajoy, lo mejor que pueden hacer es mantenerse calladitos y dejar que -si ahora toca- resurja el PP verdadero de ideas claras y discursos claros que junto al verdadero Vox -cuyo ideario desconoce, no al Vox interesadamente caricaturizado por El Sistema- podrían contribuir a que España salga de esta pesadilla de desgobierno y conflicto social alimentado por esos otros verdaderos extremos con los que usted parece sentirse más cómodo.

Y para terminar, quienes nunca están dispuestos a recibir lecciones de nadie tienen crudo salir de la ignorancia. Pero las buenas lecciones están ahí, asimílense o no por sus potenciales destinatarios.