A raíz del reciente incendio ocurrido en las instalaciones de Ence en la ría de Pontevedra compruebo alarmado como algo tan evidente para la aguda perspicacia humana ha sido pasado por alto durante tantos y tantos años.

Me refiero, claro está, a la incómoda situación de las cercanas poblaciones de Pontevedra, Marín y Poio, por citar solo las más cercanas y evidentes.

Y es que es lamentable que la cercancía de tales poblaciones y de la gente que en ellas vive, no mucha, tampoco nos vayamos a poner alarmistas, esté a tiro de lasca o efluvio gaseoso de tan noble instalación.

Es por ello que me extraña que tal circunstancia nunca haya sido tenida en cuenta y se siga poniendo en riesgo, aún a día de hoy, la viabilidad de tan necesario negocio, clave en la economía gallega.

Es sabido que Ence es un lugar de reconocida peregrinación empresarial, y a ella cualquier empresario que se precie acude con sentido caminar. En las cuestiones del Alma están el Pórtico de la Gloria y San Andrés de Teixido, pero en temas empresariales, ahí amigos, ahí Ence se lleva la palma. Los empresarios acuden y todos acaban por repetirse la misma pregunta: "¿Cómo no se me habría ocurrido a mí?".

Si hasta el lugar se llama Placeres. Empresariales añadiría yo.

Propongo por tanto una medida urgente y cuánto más necesaria. El inmediato traslado a puntos dispares, a tomar por saco por citar alguno de los más inmediatos y disponibles, de las poblaciones de Pontevedra, Marín y Poio, por citar solo las más cercanas y evidentes.

Mantenerlas en su ubicación actual es un riesgo innecesario, cualquier día pasa algo en Ence y, como todos sabemos, sería un completo papelón. Empresarial, claro está.