La experiencia acredita que la abstención, en España, generalmente beneficia más a la derecha que a la izquierda. Eso es lo que ha pasado en Andalucía, donde más del cuarenta por ciento del electorado no ha acudido a votar. De nada vale lamentarse a posteriori o convocar manifestaciones en contra del resultado de unas urnas medio vacías: para frenar a la ultraderecha los ciudadanos, a pesar de los pesares y en evitación de males mayores, han de ejercer su derecho al voto; y los políticos, a su vez, reflexionar sobre el por qué de tanta abstención, en lugar de provocar un aumento de la tensión que no hace sino reforzar al extremismo. Esperemos que antes de las elecciones generales, hayamos todos aprendido la lección andaluza.