Siempre me ha gustado la Navidad, aunque a veces diga que no, todos esos deseos de paz, amor, felicidad, alegría? tienen su encanto y su parte de inocencia. Es un pequeño período de tregua, básicamente, para los que tenemos la suerte de vivir en países o lugares mínimamente civilizados. Y también soy partidario de que las ciudades se engalanen y adornen con luces. Tengo la suerte de vivir en Vigo, que parece que este año va a ser la ciudad más envidiada en cuanto a luces navideñas se refiere.

A pesar de todo esto me he llevado una electrizante "sorpresa" al ver hoy al mediodía un cable -del que presumiblemente colgarán luces navideñas- enganchado a la barandilla de mi balcón. Mi primera reacción fue encenderme, aunque luego conseguí reprimirme, pensando que no estaría bien iluminarme antes de tiempo y restar así protagonismo a la ciudad. Sin embargo, creo que el Ayuntamiento debería haberme pedido permiso, o al menos comunicármelo, cosa que hasta el momento no ha hecho. ¿Qué pasará, Dios no lo quiera -ni el alcalde tampoco-, si me electrocuto en mi propio balcón? ¿Se hará cargo el Concello de Vigo de mi familia? ¿Tendré, una vez finado, una calle o plaza con mi nombre en la ciudad en la que diga: "Amaba la Navidad y murió por ella" o bien "En una época un tanto oscura un exceso de luces le mató".

Desde la presente quiero hacer una propuesta al alcalde, señor Abel Caballero: yo le permito tener ese cable enganchando a mi balcón si usted se compromete a inaugurar el alumbrado navideño y recitar un pequeño pregón desde el mismo.