Querida abuela, hace ya unos años que me observas desde el cielo y sabes que me gusta mucho hablar contigo, pero hoy quise escribirte una carta para compartirla con el resto del mundo.

Hoy se celebra el Día Mundial del Alzhéimer e inevitablemente me acuerdo de esa puñetera enfermedad que tanto te hizo y nos hizo sufrir.

Jamás había escuchado hablar del alzhéimer, pero cuando tus despistes comenzaron a ser más frecuentes y graves tuve que ponerme al día.

Era muy cruel ver cómo perdías memoria a pasos agigantados y por momentos parecía una pesadilla. Costaba mucho comprender el que recordaras perfectamente episodios de tu niñez que revivías por momentos y que, en cambio, te olvidaras de quiénes éramos nosotros, tu familia.

Tú sufrías mucho porque al principio te dabas cuenta de esas pérdidas de memoria y yo recuerdo noches enteras llorando porque no me parecía justo que no hubiera cura para aquello.

Recuerdo perfectamente uno de tus últimos regalos. Fue un sábado, cuando fui a visitarte. Me llamaste "Olguita" y eso me emocionó muchísimo porque hacía tiempo que ya no recordabas mi nombre. Lloré de emoción y aún ahora me caen las lágrimas porque fue un momento de lucidez que significó muchísimo para mí.

Pero hoy me quedo con la gran lección que nos dio el abuelo. Me enseñó el verdadero significado de la palabra amor. "Teu mozo" decidió ir a vivir contigo a la residencia geriátrica cuando ya no había otra solución, para estar día y noche contigo cuidándote como hizo toda su vida. Podía haberse quedado en la aldea, haciendo su vida, pero sin ti, su vida no tenía sentido.

Abuelos, os echo tantísimo de menos? pero sé que estáis juntos en el cielo, y que desde allí me cuidáis.

Un día como hoy mi mayor deseo es que muy pronto encuentren cura para esa enfermedad que tanto daño hace a quienes la padecen y a los familiares que sufren con impotencia ese dolor.