Desde hace muchos años los carrilexos se sienten incomprendidos y no escuchados, muchos dicen que son tratados como ciudadanos de segunda clase. Para conseguir ser escuchados se tenían que poner en pie de guerra y hoy aún notamos el enojo, los reproches amargos e indiferencia.

El monte de San Roque, con su famosa romería a la sombra de los pinos y eucaliptos, ya es historia. Aquellos árboles que nos protegían del sol y daban forma al monte han desaparecido, para facilitar la construcción de una urbanización. La capilla de San Roque, en lo más alto del monte, se ha convertido en un elemento más de la urbanización.

Creemos que construir una réplica de la capilla en la isla de Cortegada nos pudiera devolver aquellas romerías familiares tan populares, como las que vemos en las antiguas fotos. Para ello habría que hacer un debate entre los carrilexos.

Reforzar la identidad local es muy interesante para el pueblo y ganas no faltan, como podemos comprobar en la procesión del Santo, con sus carreras, cánticos y fuegos.

San Roque fue el santo patrón que curaba a los infectados de la peste, pero en su monte se encontró indefenso para protegerlo de la epidemia de la especulación. Hoy lo vemos como el patrón de los perros, pues todos los días merodean su capilla.

Cortegada puede ser el lugar ideal para alzarlo al gran protagonismo que se merece. La tradición no puede desaparecer de la historia de Carril.