Con independencia de cómo se resuelva la actual crisis política italiana, la Unión Europea debe dejar muy claro a los dirigentes populistas latinos que no aceptará el incumplimiento unilateral del pacto de estabilidad ni, tampoco, la ruptura del tratado de Dublín sobre inmigración. Ambos, firmados en su día por el Estado italiano, se encuentran en vigor. Si Italia rompe la arquitectura legislativa y presupuestaria europea, tendrá que aceptar las consecuencias en forma de sanciones.