En este planeta conviven diversas creencias y prácticas cambiantes a lo largo de los siglos con personajes de auge por genealogía o poderes difusos, y cuando se aúpa una de aquellas o éstos en nuestros días, se da por hecho que tal y tanto empeño significa que el interés es amplio, cuando no adulterado.

Por moda o realzar viejos valores (prosaicamente dicho), bien porque importa reiterar de forma multiplicada y en alto griterío en los sistemas mediáticos de televisión, prensa y radio su supuesta valía o porque algunas fuentes voceras consideran que su publicidad es rentable en cierto momento para su propio provecho?, etcétera. Y así, cualquiera de dichas fórmulas de tanto espetarlas logran arraigarse en la medianía popular. En pocos casos tales teorías o eminencias son garantes para un futuro de mejor provecho y evolución para la especie humana.

Pero aquí viene otra y a tiempo pues llama la atención, a saberse que científicos y geólogos de intensa reputación apuntan que "el nuevo tiempo, el de los humanos -el Antropoceno- (Anthropos, humano, sufijo ceno, nuevo, vienen del griego) aún no ha llegado". Bien podría definirse que estamos en una época piloto de humanos conversos.

Y para más inri, la cifra de 8.000 millones de personas, apenas suponemos el 0,01% de la biomasa terrestre, que han desaparecido el 83% de los animales salvajes, el 80% de los mamíferos marinos, la mitad de las plantas del edén original o el 15% de los peces. Y el 70% de las aves del planeta son de granja y el 60% de los mamíferos se crían en establos. Solo el 4% de estos últimos viven en estado salvaje, el resto es vida domesticada, tal como documenta la revista científica PNAS.

Por tanto, todo lo que acontece en este planeta Tierra desde ha siglos, a muchos nos irrita y últimamente nos hace rapear, ante una mal llamada evolución de nuestro género que parece se desplaza con tal significante inmovilidad silenciosa semejante al sillón donde se aposenta el mandamás de la Moncloa.

Y de ese modo se puede explicar cualquier aforismo desahogado que envuelva cada acción punible o discurso vano y falso, que suele darse en áreas políticas o de poder, con una ciudadanía ya harta de cachivaches sin rasgos humanos sitos en escaños y holgados asientos pero con bajos sucios de podredumbre y descomposición, de tanto soborno y cohecho sin cuantificar. Tarambanas o botarates que pese a ello disfrutan de lo lindo en este gran espacio que les dan quienes se someten a la voluntad de otros sin hacer nada para impedirlo.

La burla nos llega vía recortes con retrancas, mamarrachada y pampirolada, llegándose incluso cuasi a pontificar la iniquidad y sinecura o mamandurria que algunos casposos sin dificultad obtienen por un trabajo sórdido y falto de ética y decencia.