El cardenal Pietro Parolin ha insistido en que no existen dos Iglesias en China, sino dos comunidades de fieles que están llamadas a emprender un camino de reconciliación y unidad. El diálogo con el Gobierno de Pekín persigue salvaguardar la comunión y la libertad de la Iglesia, mostrando que los católicos chinos pretenden ser plenamente católicos y plenamente chinos, en un clima alejado de permanentes conflictos con las autoridades. El mensaje que ha transmitido el secretario de Estado al Gobierno chino es el mismo que lanzó Benedicto XVI en su carta a los católicos de ese país: no es misión de la Iglesia cambiar las estructuras políticas ni sustituir al Estado.

El cardenal reconoce que es legítimo tener opiniones diferentes sobre la forma de encontrar una solución a los problemas en China, pero pide no caer en polémicas estériles que dañen la comunión. En cualquier caso la Santa Sede nunca olvidará las pruebas y los sufrimientos pasados y presentes de los católicos chinos, que son un gran tesoro para la Iglesia universal.