Hoy he escuchado al locutor radiofónico de turno congratularse por otra tuitera llamada a declarar como investigada por un delito de odio a causa de lo ocurrido en Lavapiés. Me ha picado la curiosidad y he buscado en Internet las supuestas infamias escritas: ni una palabra soez o altisonante, ausencia de incitación a la violencia y, la hostilidad contra el grupo supuestamente vejado -la policía- debe ser bien indirecta o incluso subliminal, porque un servidor no la ha apreciado. De todas maneras, por supuesto no me corresponde a mí juzgar los mensajes, sino a nuestra independentísima magistratura.

Lo que sí me permitirán es proporcionar algo de contexto sobre el artículo 510 de Código Penal, donde se indica que cometen un delito de odio "quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad".

Si bien las actuales legislaciones europeas sobre la incitación al odio tienen sus orígenes en el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas -que data de 1966, fue propuesto por el bloque soviético y criticado ya en la época desde la presidencia del Comité de Derechos Humanos de la ONU por considerarse peligroso para la libertad de expresión-, este texto se limita a recomendar la prohibición de "toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación,la hostilidad o la violencia". La ley ha engordado de 2 a 6 líneas para proteger no solo a las minorías, sino prácticamente a todo hijo de vecino de cualquier crítica en su contra y, parece que en igual medida han aumentado las denuncias por delitos de odio en España, que durante el actual gobierno han pasado de 261 en 2012 a 1.272 en 2016.

Como decía Flemming Rose, "el derecho al odio es tan importante como el derecho al amor, siempre que no se exprese en forma de incitación directa a la violencia". Odiar a corruptos, fascistas, censores, oligarcas que oprimen a millones de personas? es humano, y explicar a otros el porqué de ese sentimiento ha de ser lícito.

Para quitarle hierro al asunto, acabaría esta carta con un chiste de gallegos, uno de Lepe o uno de curas, pero no vaya alguien a sentirse ofendido y tenga que sentarme en un banquillo...