Aquella vieja banda de música de la comarca la componían sólo 17 números. "La "Ibérica" se llamaba. La mayoría eran de los llamados de oído. Sólo dos o tres sabían leer una partitura en clave de Sol y que no fuese muy complicada. El requinto era uno de esos últimos. Y un buen día reclamó, como una injusticia e ilegalidad, que él debería de cobrar más que el del bombo, tanto por la importancia y sonido del instrumento como por sus conocimientos y trabajo.

Durante un tiempo, a la insistencia de su petición, se le unieron otros músicos; unos a favor y otros en contra, en discusión continua, que a punto estuvieron de acabar con toda la estructura musical

El problema quedó definitivamente resuelto cuando una noche de invierno, acabada la función y fiesta, a punto mismo de marchar cada uno para su casa en bicicleta, que era el único medio de transporte de que disponían, el director resolvió por fin el problema, al ver como no era lo mismo tener que llevar un instrumento u otro. Pues, unos más y otros menos, todos eran necesarios. Y era del todo imposible que un requinto se pudiese comparar con el bombo, o quizás, dentro de su mala fe, pensase aquel, dentro de su ignorancia y soberbia, que le estaban robando su trabajo por soplar más.

Por cierto, "Catalán", era el alias o mote con que era conocido el del requinto.

Aunque a algunos le suene de algo, cualquier parecido con la realidad será pura coincidencia.