El discurso de Donald Trump en la capital de Arabia Saudita había suscitado una gran expectación, porque, en el fondo, se desconocía cuál iba a ser la estrategia del presidente norteamericano en relación con el Islam. Pero en Riad, la capital saudí, de donde partieron buena parte de los yihadistas que volaron las Torres Gemelas de Nueva York, Trump no solo se ha mostrado apaciguador sino generoso hasta el límite de firmar contratos comerciales por más de 400.000 millones de dólares, de ellos cien mil dedicados a suministros de armas.

Trump se ha decantado por mantener la tradicional alianza con Arabia Saudita, señalando como principal vector del terrorismo islámico a Irán, el gran rival regional de los saudíes y que considera el principal instigador del terrorismo en la región.