Después de aquel acto vandálico en el año 2010 sobre el cruceiro situado en las escaleras que nos llevan a la iglesia parroquial, este aún sigue sin ser reconstruido. Llevamos más de 2.560 días viendo un cruceiro destrozado y los carrilexos se hacen muchas preguntas.

El impacto de la cruz de piedra tallada al caer desde una altura de unos tres metros sobre el suelo de granito fue tremendo. El juez de turno valoró su restauración en unos 1.200 euros. Lo más curioso es que los técnicos del concello valoran su reconstrucción en unos 7.500 euros y aquí vemos una gran diferencia. El juez tendría que dar alguna explicación por el dictamen del bajo coste de la restauración y también decir quién fue el que tasó esa restauración.

El anciano párroco de Carril recibió los destrozos del cruceiro, pero sin un sobre de indemnización en unos tiempos en que los petos de su iglesia se encuentran más vacíos que nunca y en la que los santos ya no hacen milagros.

Se dice que la reconstrucción del cruceiro correrá a cargo de la Dirección Xeral de Patrimonio, pero lo que sí sabemos es que llevamos más de siete años viendo un cruceiro descabezado.

Sobre este cruceiro pudiéramos escribir una parábola y escenificarla al aire libre con los siguientes actores: un vándalo, testigos, unos policías, el concello, el juez, el párroco, algunos vecinos interesados por el objeto patrimonial y la Dirección Xeral de Patrimonio.

Un concello que no muestra afecto sobre determinados objetos patrimoniales con respecto al paisaje urbano, en este caso el cruceiro descabezado, está falto de una cultura urbanística y patrimonial. En nuestro concello cada problema se convierte en un drama.