Hace unos días vi la noticia que la Dirección General de Tráfico está buscando nuevas estrategias de seguridad vial, a través del CST, como órgano consultivo y de participación. Me permito remitirles,a través de esta carta abierta, una sugerencia muy concreta, que aborda un problema nuevo y grave: los numerosos y repetidos accidentes con ciclistas, de los que nadie quiere responsabilizarse.

Urge aplicar en este campo la lógica de las organizaciones racionales, que ajustan con rigor medios a fines, a través de una creciente especialización y control funcional e incluso temporal de las diferentes actividades.Con demasiada frecuencia, sin embargo, nuestros decisores públicos tienden a substituir esta lógica por un elemental principio de complacencia social. La especialización funcional evita confundir las grandes vías de tráfico rodado con eco-rutas de paseo, pistas de entrenamiento o circuitos de carreras de coches o de bicicletas. La ansiedad y las prisas provocan en muchos responsables públicos el olvido o desconocimiento práctico de la ineludible necesidad de articular la creciente complejidad social, a través de organizaciones altamente profesionalizadas y de instrumentos funcionalmente especializados.El riesgo de saltarse esta regla de oro es una confusión de usos, que en el ámbito del tráfico está en la raíz de graves accidentes.