El pasado 28 de enero de 2016 el presidente de la Xunta declaraba ante este medio de comunicación que, a criterio de sus arquitectos, el edificio del Xeral "no aguantaría más dedicado a temas sanitarios ni a otros", que el inmueble presentaba "dificultades estructurales graves", y "no se recomendaba usarlo para otros fines que conllevaran un trasiego de personas importantes".

Curiosamente dos semanas después, el vicepresidente de la Xunta proponía como Ciudad de la Justicia al emblemático Pirulí, por lo que ante estas sorprendentes declaraciones solo queda un interrogante: ¿son unos incompetentes los técnicos de la Xunta por sus escasos conocimientos sobre arquitectura o en quince días han realizado un máster en hormigón que les hizo dar un giro rotundo de opiniones?

Yo soy trabajadora de la Administración de Justicia y liberada sindical en el Sindicato Mayoritario de Justicia en Galicia y realmente me preocupa la seguridad no solo de todos los trabajadores que "posiblemente algún día allí estemos trabajando" sino también de todos los ciudadanos que a diario acudan a las posibles dependencias judiciales.

Sobre el edificio hay muchos interrogantes de los que no se obtienen respuestas, por ejemplo, amianto, aluminosis y el tiempo que la estructura puede aguantar en buen estado, recordemos que sus cimientos tienen una antigüedad de 60 años.

He escrito a personas implicadas en el Xeral desde el Servicio de Prevención del Sergas, pasando por el arquitecto que en su día diseñó la reforma de la fachada, a la empresa que realizó la obra, terminando por un colegio de profesionales a los que yo no he visto hacer ningún tipo de declaraciones sobre el estado del inmuebles. De todos ellos a fecha de hoy lo único que he obtenido como respuesta es su silencio.

Es cierto que el Xeral de Vigo ha sido un edificio emblemático que ha visto a nacer a cientos de vigueses, pero no podemos vivir de un recuerdo y en el momento actual que nos ocupa, debe primar la funcionalidad por encima de todo.

Vigo ha sido una ciudad que ha crecido de forma caótica y ya es hora de que se empiecen a hacer las cosas con un mayor sentido urbanístico.

A la única conclusión a la que llego es que somos auténticas marionetas y que los políticos son unos auténticos titiriteros que mueven nuestros cables a su simple antojo.