Onces de gala. Con matices. Pena que Isco tenga que ganarse el visado en la enfermería. Nacho merecía estar entre los elegidos. Pero Zizou, con rotaciones sistemáticas, tiene a sus pupilos frescos como tréboles. De cuatro. La Juve no salió amedrentada. El Pipita, gafe en días rojos, ya había rematado un par de veces al minuto tres. El esférico fue italiano en los primeros compases. Dybala dibujó un partido gris, por mucho caño de tacón a Marcelo que hiciese. Falló pases uno detrás de otro. Pronto cargó una cartulina en la mochila por falta táctica tras pérdida.

En una jugada cocinada desde área propia Cristiano hizo la pared con Carvajal y remató raso a la derecha de Buffon. Otro chicharro en día decisivo. Las tablas llegaron al instante. Se desdobla Sandro, Higuaín acomoda y Mandzukic corta el esférico con una medio tijera. El de carácter avinagrado se vistió de frac. El croata fue Bebeto. Una asignatura que siempre suspendió Cris.

El partido estaba más roto de lo previsible. Pjanic gozaba de rechaces jugosos en la frontal para ensayar su buen golpeo. Amarillas a Ramos y Carvajal. ¡Alarma! Y protestas corales turinesas cada vez que el 14 y el 10 blanco cometían infracciones para intimidar al árbitro alemán.

Una ronda de Fierabrás. Presión atosigante. Ímpetu. Marcelo pisó a Alves. Kroos a Khedira. No hay banderas. Marcelo lanzó una peonza al segundo poste que no llegó por milímetros a Ronal-do. Casemiro cada vez que acude a la playa se zambulle en el mar. Pegó con ganas y el desvío de Sami imposibilitó el milagro del arquero. Y llegó el puñetazo en la nuez. Modric robó, cogió la espalda de Sandro por piernas y asistió al Bicho que se lanzó entre centrales al primer palo.

La sangre piamontesa manó a borbotones. Enfermedad terminal degenerativa. Media hora perdiendo pétalos. Todos eran "no me quiere". Amarillas de desconexión. Y Cuadrado mordió el anzuelo y abandonó el rectángulo. Solo inquietaron la portería del tico en un cabezazo de Alex Sandro, el mejor bianconero. Bonucci, como el ancla de su tatuaje y el tapón de su nariz, evitó que Gareth fuese profeta en Cardiff. Marcelo caminó de puntillas en el alambre, la tramoya de Benzema en el Calderón, y asistió al joven Asensio. Buffon recogió más veces la pelota de su hornacina que en el resto de la competición. El Madrid no tiembla. El Madrid gana.