Flaco favor le hacen al interés de España, y al partido socialista, los que luchan abiertamente ante los medios por la Secretaría General del PSOE. La caída en votos se inició con la desilusión generada por las medidas adoptadas en la segunda legislatura de Zapatero; como él mismo dijo en el Congreso, ante el anuncio de duros sacrificios que se avecinaban para los ciudadanos: "Voy a seguir ese camino cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste". Desde entonces, y agudizada la crisis de votos por la irrupción de Podemos, el PSOE fue desapareciendo del mapa político español como fuerza de referencia y alternativa al PP.

Las elecciones gallegas no pueden ser la gota que colme el vaso de algunos barones, pues lo que sucede en Galicia nunca ha sido representativo de lo que ocurre en España a nivel político; el PP tiene aquí su feudo y ha ganado por mayoría absoluta todas las elecciones autonómicas salvo una. A esto habría que añadir que el candidato del PSG fue nombrado en el mes de mayo y que, a pesar de su capacidad, era una persona desconocida para muchos de los potenciales votantes. En todo caso, con un PP vapuleado a nivel nacional por los casos de corrupción y el desgaste de una política social que ha mermado considerablemente los niveles de bienestar previos a la crisis, no resulta entendible que determinados líderes torpedeen constantemente a la ejecutiva socialista lo que, sin duda, favorece el voto conservador. Mejor harían en mostrar cohesión y coherencia con su estrategia de alternativa.

La señora Díaz no ganó las elecciones andaluzas, aunque sí fue el partido más votado, pues precisó del apoyo de Ciudadanos para poder gobernar, después de anticipar elecciones al romper su pacto con IU; esto también puede dar una idea de la deriva ideológica de un sector del PSOE. También fue una de las más críticas tras el 20D, a la hora de un posible pacto con Podemos. Si la ejecutiva del PSOE tenía vetado pactar con Podemos y con los nacionalistas vascos y catalanes, ¿cómo podría articularse un Gobierno del cambio? Da la sensación de que el señor Sánchez es un hombre de paja, una víctima inmolada para capear el temporal que se aproximaba, y una vez evaluados los cuantiosos destrozos ocasionados, la guerra intestina se intensifica y la lucha por el poder nos ofrece un espectáculo deleznable. Si esos líderes de ambición desmedida son los que tienen que liderar el cambio, no es extraño que el PP coma palomitas mientras observa plácidamente el espectáculo desde la barrera. Mientras, la izquierda se desangra. Aunque para algunos barones declararse de izquierdas sea tacticismo y no ideología. Ser de izquierdas ya no es "cool".