El relato que están dando de los resultados electorales en Galicia los perdedores de las primarias es, a mi juicio, falso y cargado de mala fe. Echarle la culpa de los mismos a la composición de las listas electorales porque las mismas no cumplían las pretensiones de un grupo de varones locales encabezados por miembros relevantes del Partido Socialista no se ajusta a la realidad. No se debe confundir torticeramente a la ciudadanía, es poco serio.

Ignorar que desde siempre en los estatutos del PSOE la decisión final en la composición de las listas electorales corresponde al Comité Federal de Listas es preocupante. Alterar ese orden sin pasar por un Congreso es no tener idea de dónde estamos. Quienes defienden este tipo de absurdos o prácticas egocéntricas no deberían tener cabida en el Partido Socialista, porque lo que se pretende no es democracia. Al menos no es la democracia constitucional del 78.

No, compañeros, sean honestos y valientes. Digan la verdad de esta deslealtad, que no es otra que deslegitimar los procesos de primarias en libertad y constituir mediante el chantaje político comportamientos feudales. Pero lo que más me sonroja es la capacidad de "peloteo" y obediencia sumisa de muchos alcaldes. Seguramente, el desconocimiento de las reglas del juego les llevó a cometer tamaña insensatez. Para próximas ocasiones, las asambleas locales proponen a la ejecutiva provincial una lista de nombres; la ejecutiva provincial propone una lista de candidatos, el Comité Federal de Listas aprueba la lista definitiva, y esto se acata. Punto. Y esto es así para evitar precisamente situaciones caciquiles donde el ejercicio representativo no esté sujeto a capricho o chantaje.