"Nunca hemos tenido peor resultado en el País Vasco, a pesar de las cosas que hicimos... tá, pá, tá, pá?" (Felipe González a Pepa Bueno en Cadena Ser, 28.09.2016)".

¿Qué fue lo que hicisteis tú y tus compañeros de andanzas en Euzkadi? ¿Qué significa la expresión tá, pá, tá, pá? Esto último me suena a los ruidos que imitan los niños cuando juegan a las guerras. Ruido de disparos. ¿Hablas de guerra, entonces? Quizás, sea aquella guerra, que amparabas desde las cloacas y desagües, en defensa de tu Estado de Derecho. Aquella guerra que se combatía con torturas, secuestros, plomo, y enterramientos con cal viva.

Sabida es tu afición al cultivo de bonsáis. Cortar para que la planta no crezca. No te ha bastado con podarle las ramas, sino, también, las raíces a tu propio partido. Las raíces eran las resoluciones del Congreso de Suresnes, que te había encumbrado, hasta llegar a las promesas electorales de 1982. Cualquier parecido con tu realidad es pura coincidencia.

Siempre he considerado que tu verborrea era hija de la falacia. Engañosa como la chaqueta de pana que lucías. Ahora, dices sentirte engañado por tu secretario general. La parábola del engañador engañado, como la del brahmán de Makandita. Abundan en la hemeroteca tus engaños. No ya a tu propio partido si no a los huérfanos de la izquierda que dinamitaste y llevaste a tu Casa Común de la Izquierda. Fuiste, eres y serás un mentiroso compulsivo.

Comprendo, pero no comparto, el que estés molesto. Los hombres no son bonsáis. No son plantas de cultivo. Sea, que no puedes cortarle las alas que aspiran al cambio, como si fueran ramas. ¡Cómo has de aceptarlo si años ha que abjuraste del socialismo para abrazar el credo neoliberal! Bien dijiste que lejos del poder hace frío. El poder lo ostenta el dinero. El poderoso caballero en decir de Francisco de Quevedo. La pana es fría. El casimir Esperdi 220 de sastrería italiana es más confortable. Como confortable es todo tu patrimonio inmobiliario, del que gozarás en bata y pantuflas leyendo las novedades del IBEX 35, para dar consejo a Carlos Slim.

Y si aún te da por mimar plantas enanas, dedícate al cultivo de las que aún posees en el cortijo andaluz, y que con tanto celo custodia Susanita, y ratones cebados con ERE. Sigue sesteando en tu silla de aburridos consejos de administración, y viaja a visitar a los herederos políticos de tu finado camarada Carlos Andrés Pérez, o a tu amigo millonario Gustavo Cisneros, en Venezuela. El moreno caribeño te sienta muy bien. Quédate allí y, a ser posible, no vuelvas.

No hagas llorar a la efigie del fundador Pablo Iglesias Pose en los Jardines de las Angustias en Ferrol. No profanes tumbas de próceres socialistas republicanos. Calladito estabas mejor.