A lo largo de mis años he tenido, por desgracia, que recibir algunos pésames por el fallecimiento de algún pariente, particularidad propia de quien es familiar directo. Las circunstancias de dicho evento no son en absoluto reconfortantes ni yo se las deseo a mis más depredadores enemigos -alguno que otro hay y cuento- pero son requisitos sociales a que todos estamos expuestos.

En esos momentos, uno tiene que hacer de tripa corazones y estar por una labor social que no desea y que lo único que quiere es estar y sobrellevar solo su íntimo dolor y pena. Pero son cosas de la vida. Y la vida es así.

Ya van tres días desde las últimas autonómicas y cada vez que salgo a la calle no ceso de recibir el testimonio de la sentida consideración de aquel que por circunstancias que no vienen al caso no ha podido estar presente ese día de velatorio y entierro (votación y recuento). Como si lo echaras de menos y él solo fuera el consuelo que te faltó. Me lo transmiten con todo sentimiento -cosa que es de agradecer y tener en cuenta- y devoción de aquellos que siempre se han sentido amigos sinceros tuyos, apoyados en esa franqueza, confianza, cordialidad y lealtad propia que solo tienen los verdaderos amigos.

Pero tengo que decirlo -y lo puedo jurar y juro por lo más sagrado- que han sido los mejores y más alegres que uno pueda recibir, cuando de pésame se trata, llenos todos de alborozo y algazara. Luego, una vez abandonada esa tez circunspecta y de dolor disfrazada sale la sonrisa que ya tarda en compañía de la carcajada. Pues tan sentida perdida es la mayoría absoluta dentro de un mapa donde unos pueden presumir de solo seis, alguno (U-P) que querían dar miedo y estaban dando risa y otro (PSOE) que de risa ya no da miedo de catorce no pueden con seguridad ni rotundidad decir que son suyos y otro (C's) ni siquiera eso, ¡qué pena! A este en particular, sintiéndome totalmente empático, y en esta vulgaridad extendida como norma quiero testimoniarle mi más sentido pésame por tan sensible pérdida.

Una vez más y triste es, la razón, de tenerla, tampoco serviría para nada.