En su reciente comparecencia en el Congreso, donde celebró su particular mitin callejero, asamblea universitaria o arenga politiquera de taberna, y al margen de la brillantez expositiva y su innegable verborrea punzante, directa pero de francotirador (también lo fue la de Rajoy, pero con más sarcasmo, lo cual diluye un tanto su mortífero e impúdico ataque, por venir de quien viene tras un nefando gobierno), el "camarada" Iglesias insulta descarada y cruelmente a Felipe González. Con independencia del trasfondo político donde en apariencia casi todo vale, o se dice de casi todo, o más allá de que sea "verdad", existen principios de honor (como en la guerra) que implican ciertos límites infranqueables, de tipo personal, que este "colega profesor" pisotea con sarna y avaricia. Malo es que tras el insólito, inoportuno y repugnante menosprecio siga tendiendo la mano, en una actitud de protervo cinismo de perdonavidas, pero peor es que, todavía así, el PSOE asuma que existe (o no descarte de plano) cierto resquicio de negociación.

Malo es también, en réplica, que entienda como un chantaje recordar que los acuerdos alcanzados en ciertos municipios, gracias a los cuales valedores de Podemos ejercen de alcaldes en ciudades como Barcelona, Madrid, Zaragoza, o las gallegas Santiago y A Coruña (afortunadamente no Vigo), se llevaron a cabo sin solicitudes de reciprocidad por parte del PSOE (y que por eso no estaría de más el apoyo, afirmativo o con abstención en la investidura). Peor es que el ínclito responda en plan vengativo con ataques directos por lo que considera una amenaza a los alcaldes del "cambio" y todavía más indignante (al menos para sus votantes) resulta que el PSOE permita esta arrogante e impositiva actitud por las ansias de poder. He conocido en otras latitudes, por activa y por pasiva, las intenciones y realizaciones de grupos "progresistas" análogos a los de Podemos. Son así por antonomasia. Buscan una nueva "oligarquía", una nueva "casta" (la de ellos) a costa de destruir todo lo que tocan, un poco al modo del rey Midas pero al revés. Así las cosas, de seguro, este país se puede ir al garete...